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Ruta marina

En este mar bravío
como es la vida
bogamos cual navíos
a la deriva,
sin rumbo ni horizonte
que nos sorprenda
donde viven los hombres
de sus prebendas.
Temporal que arrebata
de nuestras almas
la expresión que delata
desesperanza.
Y se estrecha el camino
sobre las aguas
por cortarnos el hilo
de nuestra andanza.
Nos preserva la lona
del firmamento
del salitre que borra
los sentimientos.
Rebelión en la popa
que nos previene
del furor de la tropa
falta de bienes.
Enmudece el rugido
de la tormenta
el más leve latido
de la existencia.
Desgarrada bandera
que abate el viento
si el reloj de las horas
atrapa el tiempo.
Navegar vagabundo
que nos distancia
del murmullo del mundo
y de su asechanza.
Algo oculta el sendero
de nuestra nave,
ya que un sino certero
no tiene nadie.

Tatiana Sánchez

¡Llevadme!


Llevadme en volandas
por tierras y mares,
llanos y montañas,
pueblos y ciudades.

¡Llevadme, dejadme…
caer como el sol
al son de la tarde!

Llevadme de noche
-cuando la mañana-
quiera desnudarme
de mis esperanzas
delante de gente
gris y desalmada.

¡Llevadme al olvido,
y olvidad mi cara!

Llevadme en el seno
de vuestras entrañas,
y el amor que siento
gane la batalla
del enojo ciego
que sentís sin causa.

¡Llevadme sin miedo
y limpiaos la mancha!

Llevadme sin rumbo
rota, amordazada,
fuera de este mundo
donde el mal arraiga,
y cuaja en sus frutos
la barbarie humana.

Llevadme al infierno
de vuestras infamias,
y en mi “fuego eterno”
mis angustias ardan.

¡Llevadme enseguida,
no quiero más vida
triste y solitaria!

Resaca de recuerdos

Mi voluntario despido
sirva para atestiguar
que no me asusta el olvido
cuando pienso recordar
lo pasado, lo vivido,
lo logrado, lo prohibido,
mi alegría y mi pesar.
Vuela el pájaro del nido
cuando se enseña a volar,
y el corazón convencido
termina por aceptar
que siempre un amor caído,
que haya en el alma dolido,
sella su huella al pasar.
En mi aposento vacío
entono un triste cantar
que la corriente del río,
en los meses del estío,
lleva a dar muerte a la mar.
No me acostumbro al motivo
que arguye mi soledad;
y este penar abrasivo
es el señor con quien vivo
en dañina sociedad.
Furia del viento norteño
que hiela mi voluntad,
y actúa desde mi sueño
nombrándote como dueño
de toda mi integridad.
Bebe el jugo de mi boca
que acaba de madurar
con la pasión febril, loca…
Una fragancia que evoca
las maravillas de amar.
Noches de sueño perdido,
días de intenso buscar
a mi guerrero aguerrido
que me quiera rescatar
de este abandono aducido
donde me siento expirar.
Pasado: di no al olvido,
presente, sabe esperar,
porque el futuro venido
en la mente, revivido,
siempre se ha de recordar.

Eclipse de amor me ronda


El mar se ha desencajado
de sus entrañas celestes
y no hay más pena en el mundo
que el ocaso de tu amor.
Tu orgullo de plena aurora
va coleando a sus anchas
por los cauces de mi fe,
y yo me pierdo en quimeras
por recobrarte en la senda
de una estrategia feliz.
Saber que el dolor ataca
el pórtico del tumulto
congregado en el desaire,
culminado con tu sangre.
La decepción me acobarda…
Pero he de salir airosa
de la cascada violenta
de un mal a poco camino.
¡Ay si me viera estrujarme
como fruta mañanera
en la boca advenediza
de un ser con el alma en vela!
Vivir es mi penitencia.
Qué oscuro temor me ronda
y desorienta el reflejo
de mis ánimos mermados.
Qué conciencia más dudosa,
que viene como una fiera
y se va como una rosa