Archive for febrero, 2010

Nana del hijo invisible

A ese hijo invisible,
robado del regazo de mis sueños,
cuando extasiada amamantaba
su cuerpo de algodón y terciopelo.
Sé que he sido madre;
amadrinó la luna a mi pequeño
cuando el amor me fecundó un buen día
haciendo de mi vientre su sendero.
Una hornacina de ternura,
un atrio, un nido, un aposento.
La noche le arropaba con sus ecos
-y el canto de algún búho en el olivo-
la música de fondo de sus miedos
mezclada con mis besos y mis mimos.
Me trataréis de loca o renegada,
durmiente disoluta del delirio.
Baldones mandaréis como legiones
a que apaguen mi voz de un tajo limpio.
Negaréis la verdad dada a mi vida:
la suerte y el secreto de mi hijo.
La ceguedad humana no ha de verlo;
pero crece, se hace hombre, se ha hecho mito.

Ese niño que nos habita y habla desde el alma

La sonrisa más sincera
brilla en la cara de un niño.

Si dudas de la inocencia,
niegas el alma de un niño.

Para sostener el mundo
faltan las manos de un niño.

El mañana que veremos
mira con ojos de niño.

¡Qué el niño que hay en nosotros
juegue con todos los niños!

ABRIRSE


¿A qué se abren las flores? Al sol.
¿Y los corazones? Al amor.
¿Y los ojos? Al amanecer.
¿Y las bocas? Al placer.
¿Y las manos? A la tentación.
¿Y la mente? A la ensoñación.
¿Y el campo? A la libertad.
¿Y el Cielo? A la eternidad.

Huida sobre tu piel


Como cada noche cuando me recuerdo
un tiempo dorado de amor clandestino
las hojas cortantes del hermoso acebo
recubren mi cuerpo flaco, dolorido.

En cuencas salobres bebo tu espejismo;
rieles de plata cruzan mis entrañas
y derraman sangre seca los instintos
sobre la meseta mustia de mi alma.

Ya no quedan noches ricas de ocurrencias
ni pardas praderas que corretear;
la luna brumosa inspira tristeza.
y el sol, apocado, se niega a brillar.

Mi espíritu nada furioso en la mar.
Barquero viajante, efebo de ensueño,
crúzame en tu barco de sal y coral
y hazme fundadora del mundo terreno.

La culpa no es mía si creer no puedo;
una larga lista de gran escozor
sacudió mi vida, se instaló en mi pecho…,
cegó las compuertas de mi corazón.

Perdámonos juntos sin vacilación.
Que la noche amiga disuelva mis miedos,
detenga el avance de tu indecisión
y si hay que morir, juntos moriremos.

Dunas del desaliento

Miro sin ver,
busco sin hallar…
¡Sueño en demasía!
A la cruzada de amar
he consagrado mi vida.

Un verbo llamado AMAR

Amad mucho, a todo, a todos, a todas horas… y ese amor volverá a vuestra vida multiplicado por el infinito.
Y digo AMAD en mayúscula, negrita y subrayado desde el corazón y de verdad, no desde la avidez de los sentidos.
Corren tiempos muy difíciles para las relaciones humanas o personales, tiempos de desorientación o frustración. Pero en nuestras manos está invertir esta tónica generalizada o globalizada.
Jamás cerréis vuestro corazón al amor por más daño o desprecio sufridos porque ÉL es nuestro sustento vital, nuestro pasaporte a la eternidad.
Llenad de vendas, tiritas y muletas el corazón si hace falta, pero no reneguéis del amor al que todos tenemos derecho y el cual es el origen y fin de todo lo creado.
Aprended, esperad… No perdáis la fe ni la sonrisa y el día más casual (CAUSAL) e inesperado el amor irrumpirá con toda su magia y majestuosidad en vuestras vidas.

LATIDOS

Beso tras beso,
mano entre mano,
cuerpo con cuerpo.
Todo cuanto nos damos
cuando nos vemos.

¡Corazón fabricante
del sentimiento!

Mi inocencia en la tierra,
tu mirada en el cielo,
y un orfeón de estrellas
-sabe que nos queremos-
nos da la enhorabuena
en mágico concierto.

¡Corazón caminante
de los desiertos!

Las horas de tu ausencia
las vivo en mi destierro,
camino entre la niebla,
presa del pensamiento,
y un duende me recuerda
que vivo en tu recuerdo.

¡Corazón coronado
de sufrimiento!

Bendita madrugada
que me donó tus besos
y dejóme en el alma
un perfume de acacia
tan dulce, como eterno.

¡Corazón no te pares,
sigue latiendo!

Decálogo del escritor

Augusto Monterroso

I

Cuando tengas algo que decir, dilo; cuando no, también. Escribe siempre.

II

No escribas nunca para tus contemporáneos, ni mucho menos, como hacen tantos, para tus antepasados. Hazlo para la posteridad, en la cual sin duda serás famoso, pues es bien sabido que la posteridad siempre hace justicia.

III

En ninguna circunstancia olvides el célebre díctum: «En literatura no hay nada escrito».

IV

Lo que puedas decir con cien palabras dilo con cien palabras; lo que con una, con una. No emplees nunca el término medio; así, jamás escribas nada con cincuenta palabras.

V

Aunque no lo parezca, escribir es un arte; ser escritor es ser un artista, como el artista del trapecio, o el luchador por antonomasia, que es el que lucha con el lenguaje; para esta lucha ejercítate de día y de noche.

VI

Aprovecha todas las desventajas, como el insomnio, la prisión, o la pobreza; el primero hizo a Baudelaire, la segunda a Pellico y la tercera a todos tus amigos escritores; evita pues, dormir como Homero, la vida tranquila de un Byron, o ganar tanto como Bloy.

VII

No persigas el éxito. El éxito acabó con Cervantes, tan buen novelista hasta el Quijote. Aunque el éxito es siempre inevitable, procúrate un buen fracaso de vez en cuando para que tus amigos se entristezcan.

VIII

Fórmate un público inteligente, que se consigue más entre los ricos y los poderosos. De esta manera no te faltarán ni la comprensión ni el estímulo, que emana de estas dos únicas fuentes.

IX

Cree en ti, pero no tanto; duda de ti, pero no tanto. Cuando sientas duda, cree; cuando creas, duda. En esto estriba la única verdadera sabiduría que puede acompañar a un escritor.

X

Trata de decir las cosas de manera que el lector sienta siempre que en el fondo es tanto o más inteligente que tú. De vez en cuando procura que efectivamente lo sea; pero para lograr eso tendrás que ser más inteligente que él.

XI

No olvides los sentimientos de los lectores. Por lo general es lo mejor que tienen; no como tú, que careces de ellos, pues de otro modo no intentarías meterte en este oficio.

XII

Otra vez el lector. Entre mejor escribas más lectores tendrás; mientras les des obras cada vez más refinadas, un número cada vez mayor apetecerá tus creaciones; si escribes cosas para el montón nunca serás popular y nadie tratará de tocarte el saco en la calle, ni te señalará con el dedo en el supermercado.

Sobre el amor

Jiddu Krishnamurti

El amor no es una cosa de la mente. Y sólo cuando está de veras quieta, que no espera nada, ni pide ni exige ni busca ni posee, cuando ya no tiene celos ni temor ni ansiedad, cuando está realmente en silencio, sólo entonces es posible el amor. La razón de que no tengamos amor es porque las cosas de la mente han llenado nuestros corazones (celos, envidias, deseos de ser alguien, ambición, éxito).
El amor sólo puede existir cuando está ausente el pensamiento del «Yo» y la libertad con respecto al «Yo» reside en el conocimiento propio y así llega la comprensión.
El amor no tiene nada que ver con la sensación, que no es un medio para realizarse. El amor existe por sí mismo, sin ningún resultado.
Para la mayor parte de la gente, el amor está vinculado con el sexo y el placer y todos los tormentos que los acompañan: celos, envidias, antagonismos.
Uno ha de terminar con todo el conocimiento acumulado cada día, heridas psicológicas, compararse con otra persona, compadecerse a sí mismo…
Terminar con todo eso cada día, de modo que al día siguiente la mente de usted sea fresca y joven. Una mente así nunca puede ser lastimada, y eso es inocencia.
Una de las cosas extrañas relacionadas con el amor es que cualquier cosa que podamos hacer, será correcta si amamos.
Cuando hay amor, la acción es siempre correcta, en todas las circunstancias.
Y cuando existe esa calidad del amor, hay compasión. La compasión implica pasión por todo.

No culpes a nadie

Pablo Neruda

Nunca te quejes de nadie, ni de nada,
porque fundamentalmente tú has hecho
lo que querías en tu vida.
Acepta la dificultad de edificarte a ti
mismo y el valor de empezar corrigiéndote.
El triunfo del verdadero hombre surge de
las cenizas de su error.
Nunca te quejes de tu soledad o de tu
suerte, enfréntala con valor y acéptala.
De una manera u otra es el resultado de
tus actos y prueba que tú siempre
has de ganar.
No te amargues de tu propio fracaso ni
se lo cargues a otro, acéptate ahora o
seguirás justificándote como un niño.
Recuerda que cualquier momento es
bueno para comenzar y que ninguno
es tan terrible para claudicar.
No olvides que la causa de tu presente
es tu pasado así como la causa de tu
futuro será tu presente.
Aprende de los audaces, de los fuertes,
de quien no acepta situaciones, de quien
vivirá a pesar de todo, piensa menos en
tus problemas y más en tu trabajo y tus
problemas, sin eliminarlos, morirán.
Aprende a nacer desde el dolor y a ser
más grande que el más grande de los
obstáculos, mírate en el espejo de ti mismo
y serás libre y fuerte y dejarás de ser un
títere de las circunstancias porque tú
mismo eres tu destino.
Levántate y mira el sol por las mañanas
y respira la luz del amanecer.
Tú eres parte de la fuerza de tu vida,
ahora despiértate, lucha, camina, decídete
y triunfarás en la vida; nunca pienses en
la suerte, porque la suerte es:
el pretexto de los fracasados.

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